Jamás le pregunté ¿por qué?,
ni lo culpé por arrastar castigos ancestrales.
Algunas veces lo invoqué,
solo las estrictamente necesarias:
bauticé a mi hijoy fue ése uno de los días, y le pedí que lo proteja.
Y otro, le prometí.
Y como la más devota feligresa marché en procesión
por muchas cuadras, rogando caminara.
y le imploré:
dios mío, que no sea la muerte la que me espera
debajo de esos cinco metros de escalera.
y le recé: "padre nuestro que estas en los cielos..."
para no ser rechazados.
Sacando cuentas no son muchos y, a veces, mi dios de la Razón, no tiene todas las respuestas
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